El rejoneador navarro y el matador de toros gaditano se repartieron cinco orejas. Galería fotográfica de Alberto Galdona.
Ganado: Dos erales, primero y tercero, de Hermanas Azcona, para el toreo a pie, y otros tres de El Ventorrillo-Camponuevo para rejones, el último como sobrero de regalo, bien presentados y de buen juego en general; al primero se le dio la vuelta al ruedo.
Toreros: Jesulín de Ubrique (dos orejas y oreja) y Roberto Armendáriz (dos orejas, palmas y palmas).
Presidencia: A cargo de Andoni Lacarra, fue generosa en la concesión de algún trofeo; por lo demás, correcta.
Incidencias: Algo más de tres cuartos de plaza. Tarde de nubes y claros con rachas de molesto y fresco viento.
El que tuvo, retuvo. Y Jesulín de Ubrique demostró ayer que sigue interesando. De ahí , la magnífica entrada que registró la plaza y con todos los respetos de Armendáriz.
Y lo cierto es que no defraudó a nadie, ni fuera ni dentro de la plaza. En las inmediaciones del coso, triunfó como persona, atendiendo amablemente a todo el mundo. Y ya en el ruedo, lo hizo como torero, con un rotundo triunfo de tres orejas.
Las dos primeras las consiguió del que abrió plaza, un novillo noble, que embistió con clase, tanta que, al final, se le dio la póstuma vuelta al ruedo; eso sí, sin sus dos orejas, que habían ido a parar al gaditano, tras una templada faena por ambos pitones concluida con una estocada y un descabello. De su segundo, de buen juego, paseó otro trofeo.
Armendáriz toreó muy bien pero mató mal a sus dos últimos. Al primero de su lote, lo cuajó de principio a fin con Rubí de salida, Ranchero y Prometido en banderillas y Duende en el tercio final, con el que mató de un rejonazo. Dos orejas de ley.