PRIMERA DE LA FERIA DE ESTELLA. CRÓNICA. VICTORINO CONQUISTA

Derechazo de Luis Bolívar al cuarto, Milhojas, un magnífico victorino.

Buena actuación de Bolívar, Gallo y Agustín de Espartinas, que cortaron sendas orejas.

Ganado: Seis toros de Victorino Martín, cinqueños todos, bien presentados aunque desiguales, que cumplieron en varas, con duración, más complicados los tres primeros y nobles el resto, con un cuarto importante por su clase, que mereció la vuelta al ruedo. En el arrastre, éste fue ovacionado y aplaudidos segundo, quinto y sexto.

Luis Bolívar: silencio y oreja tras aviso.

Eduardo Gallo: silencio y oreja.

Agustín de Espartinas: silencio y oreja.

Presidencia: A cargo de Mari Carmen Jiménez Pellejero, asesorada por Rosa Loranca y Lorenzo Gómez de Segura, cumplió correctamente su cometido, mostró buen criterio.

Incidencias: Dos tercios de plaza. Tarde nublada y agradable pero con molestas rachas de viento. Tras el paseíllo, se guardó un minuto de silencio en memoria de Javier Lasunción, vaquero de la ganadería de Macua, fallecido hace unos meses. Magnífico ambiente en sol y en sombra, en toda la plaza.

Estupendo comienzo del ciclo taurino estellés, por tres motivos: por el magnífico ambiente que se disfrutó en la plaza, por la interesante materia prima y por la buena disposición de los tres matadores de toros.

Victorino Martín debutó en la ciudad del Ega con estupendo pie. Sus toros, todos cinqueños, dieron interés al festejo. Además de cumplir y recibir en varas, mostraron todos una positiva cualidad, la duración. Aguantaron bien las lidias en los últimos tercios y todos llegaron a la muerte con la boca cerrada.

Fueron toros, toros de verdad, y siempre que esto ocurre hay emoción y nadie se aburre. Respecto al juego, mostraron las complicaciones de su procedencia los dos primeros; el tercero fue el peor, lo que suele denominarse alimaña. Sin embargo, los tres últimos mostraron nobleza en el último tercio. Y el cuarto, el mejor de la tarde, tuvo además importancia por su clase, y eso después de tres encuentros con los del castoreño; por todo ello, se hizo merecedor de la póstuma vuelta al ruedo, aunque finalmente se tuvo que conformar con una merecidísima ovación.

Bolívar vio muy pronto la calidad de este negro cinqueño, de Milhojas; de hecho, era la cuadragésima primera corrida de este hierro que toreaba. Tras brindar al público, lo citó en los medios y el toro se arrancó galopando desde tablas. Aceptó humillado la muleta del colombiano y repitió con fijeza y recorrido. La templada serie en redondo, de buen toreo, se había consumado. El diestro siguió con derechazos largos,

Tirando del toro, alargando su embestida y rematando muy bien las series con el de pecho. Por el izquierdo, el de victorino mantuvo su clase y los naturales y ayudados se sucedieron en dos tandas.

Tras un pinchazo hondo, mató de una estocada delantera y paseó una merecida oreja, de peso, la primera de la buena tarde.

Ante le que abrió plaza, mal lidiado en banderillas, comenzó con ayudados y fue cazado por el reservón a las primeras de cambio, sin consecuencias mayores. Precavido, ejecutó un par de ayudados pero ya no lo vio claro en ningún momento. Terminó con una estocada muy tendida y dos descabellos y el público guardó respetuoso silencio.

La segunda faena de más calado fue la que realizó Agustín de Espartinas al sexto, noble pero algo tardo en su primera arrancada de cada serie. El sevillano lo toreó con temple y cierto gusto por ambos pitones, pero, sobre todo, dibujó los mejores naturales de la tarde, largos y casi a cámara lentaalgunos. Terminó con un pinchazo sin soltar y una estocada y cobró un trofeo.

Algo que no pudo hacer frente al primero de su lote, el tercero, el peor del encierro, una alimaña, que se revolvía enseguida por ambos pitones queriendo coger,

algo que casi consiguió. El de Espartinas, con lo poco que torea -injusticias de este mundo-, bastante hizo con salir ileso.

La tercera oreja la paseó Gallo y la consiguió del quinto, un toro noble que embistió por el derecho al pasito, un toro muy cómodo para cualquier torero. Lo toreó templado con la diestra pero a la faena le faltó esa emoción necesaria.

Más mérito tuvo su labor con el complicado segundo, al que logró imponerse con algún sudor.

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