: Los premiados, Pérez Mota, Isabel Lipperheide y Ángel Jiménez, con sus respectivos trofeos. Fotografía: Blanca Villabona.
En la tradicional gala taurina, recogieron el sábado los trofeos a los triunfadores de la pasada feria.
Isabel Lipperheide, hija de la fallecida Dolores Aguirre y heredera de esta ganadería, aseguró ayer en Tafalla que, como criadora de bravo, sigue los pasos de su antecesora y destacó asimismo la importancia de su mayoral. “La plaza de Tafalla me da suerte, de hecho es el segundo año consecutivo que el club taurino distingue a un toro de mi hierro como el más bravo de la feria. Y buena culpa de ello la tiene Fernando Pizarro, el mayoral, quien lo es todo en mi ganadería, es mis ojos y mis pies”.
Lipperheide hizo estas declaraciones en el transcurso de la gala de entrega de los premios de la pasada feria, organizada, como en años anteriores, por el Club Taurino Tafallés y el ayuntamiento de esta ciudad navarra. En ella, también estuvieron presentes los otros dos premiados: el matador de toros Pérez Mota y el novillero Ángel Jiménez. La titular de la ganadería situada en la localidad sevillana de Constantina se hizo acreedora de este galardón por el toro Cantinillo, número 45, cuatreño, negro mulato, lidiado quinto lugar el 16 de agosto por el diestro zaragozano Paulita, quien, tras recibir un aviso, le cortó una oreja.
Respecto a los otros premiados, Pérez Mota recogió el galardón destinado al triunfador de la feria, pues el 17 de agosto consiguió cortar las dos orejas al cuarto de la tarde, de Antonio Bañuelos, un cuatreño llamado Marinero, premiado con la vuelta al ruedo. “Fue un toro bravo y exigente. El público supo valorar mi compenetración con este astado. Y al día siguiente aparecieron publicadas buenas crónicas. Todo ello medio muchos ánimos para el resto de la temporada”, reconoció el matador de toros.
Por su parte, el sevillano Ángel Jiménez, premio al mejor novillero por su faena ante el tercer utrero de Hermanas Azcona, al que le cortó las dos orejas, agradeció la oportunidad que se le había dado en Tafalla, después de pasar casi dos años en blanco, sin vestirse de luces. “La tarde aquí, que suponía mi presentación en Navarra, se me puso de cara y pude expresar mi concepto del toreo. Antes había toreado en plazas importantes, como Madrid o Zaragoza, pero como el público de Tafalla…”, concluyó el joven ecijano entre ovaciones del público, de un centenar de aficionados que acudieron a la cita.
Una cena y los consiguientes bailables pusieron el punto final a la gala taurina de Tafalla.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX