LOS TRES MATADORES NO SALIERON A HOMBROS EN LA PRIMERA DE ESTELLA POR ESTAR HERIDO PEPE MORAL

El sexto cogió espluznantemente a Pepe Moral. Fotografía: J. C. Cordovilla.

Tarde inestable e interesante corrida de toros de Cebada Gago, de juego dispar, con un ejemplar bravo

Ganado.

Seis toros de Cebada Gago, tercero y quinto cinqueños, bien presentados y de juego desigual, desde un sexto peligroso hasta un tercero importante por bravo, pasando por algunos deslucidos y otros peligrosos.

Diestros.

Serafín Marín: oreja en ambos.

Agustín de Espartinas: dos orejas y silencio.

Pepe Moral: silencio y dos orejas.

Presidencia. A cargo de José Ángel Izcue, asesorado por Rosa Loranca y Lorenzo Gómez de Segura, mal, por muy generosa en la concesión de trofeos y por olvidarse de los avisos.

Incidencias. Dos tercios de plaza. Tarde soleada y calurosa, con borrasca durante el tercer toro, que terminó en nublada. Pepe Moral, que hizo el paseíllo desmonterado, sufrió del sexto una cornada de ocho centímetros en la cara interna del muslo derecho, herida de la que fue atendido en la enfermería de la plaza, a la que llegó por su propio pie. Tras la cura, marchó al hotel donde estaba alojado.

El ciclo taurino estellés comenzó ayer con una corrida de toros entretenida en la que hubo de todo, triunfos, cogidas, sangre y hasta una molesta borrasca durante la lidia del tercer toro.

Sólo hubo dos notas negativas: la cornada que sufrió Moral y el bajón de asistencia de público que se notó respecto a los inicios de ferias anteriores; dicho de otro modo, hubo más cemento que nunca. Los estelleses no acudieron a la plaza en la medida que se esperaba. Quizá se dejó notar la crisis o quizá al cartel le faltaba un nombre conocido, de reclamo para el gran público.

El caso es que quien no asistió se perdió una buena tarde de toros. El público se entretuvo y en la plaza se disfrutó de un magnífico ambiente. A él colaboraron los toros gaditanos de Cebada Gago, que cumplieron en general en una o más varas y que ofrecieron un juego muy variado en el último tercio.

Del encierro, un ejemplar destacó entre todos por su bravura. Fue el segundo, llamado Gañán, un cuatreño castaño que cayó en manos de Agustín de Espartinas, de un espada que ayer se vistió de luces por primera vez en lo que llevamos de temporada. Pues, pese a esta falta de rodaje, el joven sevillano dibujó una buena faena ante un toro que empujó en la primera vara y que aceptó una segunda. Su hambre de triunfo quedó patente con las dos largas cambiadas de rodillas y el manojo de verónicas con las que saludó al cebada. Éste, en el último tercio, derrochó nobleza, con clase, y se desplazó con generoso recorrido por ambos pitones. El de Espartinas lo cuajó con una serie en redondo, templada, con quietud, en la que bajó la mano y barrió la arena con el rojo engaño. Después, al natural, alargó la franca embestida de Gañán, se sintió a gusto, disfrutó e hizo disfrutar, con algún muletazo a cámara lenta. Calentó con unos derechazos rodilla en tierra, aunque en uno de ellos fue cazado sin consecuencias mayores. Mató de una estocada trasera y desprendida, que no importó al público para reclamar un segundo trofeo ni al palco para concederlo. Buena labor del de Espartinas, trasteo que fue atentamente observado desde un tendido por tres matadores de toros: Espartaco, su hermano, Espartaco II, y el joven César Girón.

Natural largo de Agustín de Espartinas, que convenció en Estella. Fotografía: J. C. Cordovilla.

Salió a por más frente al quinto, un cinqueño que cumplió en el peto pero que fue muy mal lidiado en banderillas. Por ello, llegó incierto al tercio final. Muy andarín, se quedaba en la muleta o no pasaba y se dedicaba a mirar. En tal situación, optó por matar; se precipitó y entró de muy fea manera. El público estellés se lo perdonó y guardó silencio, que no fue poco.

Moral, por su parte, anduvo algo acelerado frente al tercero, otro buen toro de Cebada. Galopero hizo honor a su nombre y galopó alegre desde lejos hacia el engaño del también andaluz. Sin embargo, luego embistió al pasito en la muleta. El sevillano debió darle otra distancia. El toro así habría lucido más. Y si a esto añadimos el chaparrón y el mal uso de los aceros… todo quedó bastante deslucido. Y con el sexto llegó la emoción y se acarició la tragedia. Moral comenzó la faena con dos cambiados por detrás en el centro del ruedo, que sirvieron para conocer que el toro era de cuidado, que desparramaba peligro por su pitón derecho. La disposición del sevillano fue estupenda, quizá demasiado, pues el toro le avisó en más de una ocasión y, finalmente, llegó la cornada. Se repuso y, en una lección de pundonor, con la taleguilla rota, continuó por molinetes y ayudados. El toro volvió a lanzarle otro hachazo a la cara, aunque esta vez no hizo presa. Para entonces, se había ganado al público, que, tras una entera muy tendida, premió el valor del sevillano con las dos orejas del regalito gaditano.

Marín logró una oreja de cada uno de su lote, el peor de la tarde, dos toros sosos, ante los que puso tesón, nada más, muy poco.

This entry was posted in Actualidad, Temporada taurina en Navarra 2011 and tagged , , , , , , , . Bookmark the permalink.

Deja un comentario