LOS ASTIFINOS CEBADAS ENNOBLECEN LA FERIA DEL TORO DE PAMPLONA

Francisco Marco ejecuta un pase de pecho.

El palco cerró la puerta grande al navarro Francisco Marco, que la mereció.

Ganado: Seis toros de Herederos deCebada Gago, excelentemente presentados, ofensivos, astifinos, nobles y con clase en conjunto, a los que sólo les faltó un punto más de motor. Cuarto y quinto fueron aplaudidos en el arrastre.

Fancisco Marco: vuelta tras petición de oreja y oreja.

Morenito de Aranda: silencio y silencio tras aviso.

Antonio Nazaré: saludos desde el tercio y oreja.

Presidencia: A cargo de Cristina Sanz, asesorada por Jesús María de Andrés y Fernando Moreno, regular tirando a mal, por demasiado estricta al no conceder una oreja del primero y darla en el cuarto con similar solicitud del público; por lo demás, correcta.

Incidencias: Lleno aparente. Tarde soleada y agradable. Nazaré hizo el paseíllo desmonterado. El tafallés Pablo Simón, que debutó en Pamplona como subalterno de a pie, sufrió una espectacular voltereta del primero, sin mayores consecuencias.

La Feria del Toro alcanzó ayer un buen tono y el prestigio que se merece, gracias a sus toros, don Salvador. Puede estar orgulloso de su ganadería y de sus hijos, desde ese burladero celestial.

El encierro de ayer lució una excelente presentación, sobresaliente, a la que no se le puede poner pero alguno. Fueron toros, toros, con astifinas y armónicas defensas. Un conjunto muy parejo, que, todo él, remató en tablas, como los toros puros, sin manipulaciones.

Y ofrecieron un juego muy uniforme. Salvo el último, manso en el caballo y sin tanta calidad, los otros cinco derrocharon nobleza y clase. A toro pasado, las figuras, los figurones de la torería se habrían apuntado a ella. Una corrida, en definitiva, justamente candidata al premio de la Feria del Toro.

En lo taurino, la única nota negativa de la tarde vino desde el palco, que, quizá por excesiva precaución al tratarse del primer toro, negó una oreja pedida por el público. ¿Fue la petición mayoritaria? Por ahí anduvo. Lo cierto es que si la hubiese concedido, nadie habría protestado; sin embargo, al no hacerlo recibió una fuerte pitada. Y llama más la atención tal decisión cuando concedió una del cuarto con similar petición. Por ese fallo, Marco,que mereció salir a hombros, lo tuvo que hacer a pie; eso sí, después de haber puesto de acuerdo a todos con la calidad de su toreo.

Y es que el matador de toros navarro protagonizó una muy buena actuación, de las mejores suyas en la plaza de Pamplona. Logró imponerse incluso a ese toro de la merienda o a la gastronomía durante el cuarto de la tarde. Y basó su labor en la verdad de su toreo, o en un toreo de verdad, cargado de pureza, de sinceridad y de valor, sin aspavientos.

Algunos aseguran que se torea como se es. Pues así es el estellés, una combinación equilibrada de humildad y ambición. La pureza de su toreo la mostró ya al recibir al que abrió plaza, con unas suaves y mecidas verónicas, perfectamente rematadas con la media, y después con un ceñido quite por chicuelinas. Con la muleta, comenzó dispuesto a todo, de rodillas en los medios, y de esta forma instrumentó cuatro derechazos bien rematados con el de pecho. Al noble Alocado sólo le faltó algo más de motor para ser un gran toro. Marco continuó dibujando una faena por ambos pitones, siempre con buen sentido del temple y rematando con torería las series, como un cambio de mano que fue de cotizado cartel. Mató de una estocada hasta la bola, que vino precedida de un pinchazo arriba volcándose.

Seguidamente, lo ya contado: petición que fue a más, negación de la presidencia y pitada a ésta por no conceder ese trofeo que, a la postre, habría sido de gran importancia, decisivo.

Frente a su segundo tuvo que luchar contra el toro y contra las meriendas. El primero, el noble Fugado, que atesoró calidad, se rindió pronto al engaño del navarro, que se movió con suavidad, limpieza, seguridad y poderío; y las segundas, el ñam-ñam, acabaron paradas ante el toreo de quilates de Marco. Esta vez sí, otra estocada hasta la bola prologó la concesión de un merecido trofeo.

El debutante Nazaré, por su parte, cobró también una oreja, tras una destacada actuación, en la que hubo pasajes de gusto y de poderío de un torero joven.

Morenito tuvo asimismo una buena actuación, sobre todo en el segundo, pero el público se mostró frío con él, y cuando recibió calor, el burgalés falló al matar.

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