LINARES SE APUNTA AL PIQUILLO DE ORO DE LODOSA TRAS CORTAR TRES OREJAS

Derechazo de Antonio Linares al jabonero que cerró plaza.

Derechazo de Antonio Linares al jabonero que cerró plaza.

El murciano Miguel Ángel Moreno dejó un pésima imagen y enfadó al público en su primero.

Ganado: Cuatro utreros de Prieto de la Cal, bien presentados aunque desiguales (en dos y dos), cómodos de cara, abrochados, nobles, con fijeza, de buen juego en conjunto; segundo y cuarto fueron aplaudidos en el arrastre.

Novilleros: Miguel Ángel Moreno (pitos y silencio) y Antonio Linares (dos orejas y oreja tras aviso).

Presidencia: A cargo de Luis López Ganza, asesorado por Pedro Oteiza y Luis Felipe Belloso, se mostró muy generosa con la concesión del segundo trofeo del segundo; por lo demás, correcta.

Incidencias: Menos de media plaza. Tarde soleada y calurosa. Los dos novilleros hicieron el paseíllo desmonterados y torearon en sustitución de los anunciados, Reyes Ortega y Gerardo Rivera, respectivamente. Actuó de sobresaliente el navarro Javier Marín, que realizó dos vistosos quites, frente al tercero y al cuarto de la tarde.

El ciclo del Piquillo de Oro comenzó ayer con un claro contraste. Al finalizar el festejo la noche y el día se dieron la mano. El día salía a hombros poco después. La noche se vistió de luces y poco más. Y este notable contraste de la mano de obra se dejó ver, sobre todo, en el trato que recibió la materia prima.

El prestigioso hierro de Prieto de la Cal afrontaba su novena comparecencia en Lodosa y lo hizo con una buena, incluso bondadosa novillada. La pena fue que dos de los utreros cayeron en manos de Miguel Ángel Moreno –la noche- y no se pudieron apreciar como debían.

Pero el conjunto, aunque inicialmente mostró querencia a toriles por conocer el lugar debido al encierro y fue mal picado por los varilargueros, dieron buen juego en el último tercio; destacaron por su noble docilidad -no hicieron un feo ni tuvieron malas ideas- y por su fijeza. Por ello, a Moreno se le escapó una oportunidad de oro para triunfar.

El murciano está realizando sus sexta temporada con los del castoreño, incluso ha llegado a presentarse en Las Ventas. Pues bien, todo el que le vio ayer en el coso lodosano pensó que se trataba de un novillero novato, con un futuro en el toreo más que borroso.

Al berrendo en negro que abrió plaza, no lo quiso ni ver. El novillo no dio sensación de peligro en ningún momento y, sin embargo, el de Lorca no le pegó ni un muletazo, se dedicó a quitarle las moscas.

Ante el tercero, un cuajado castaño, sin componer la figura ni asentar los pies, ejecutó algún natural suelto ayudándose. Nada más. Dejó muy mala imagen, como de estar, más que verde, muy poco placeado.

Todo lo contrario que Antonio Linares, al que se le vio hambre de triunfo desde el primer momento. A los dos de su lote, les enjaretó media docena de verónicas mandonas, con el compás abierto, casi rabiosas.

En el último tercio, a su primero, noble, dócil y repetidor, le realizó con firmeza una larga faena dominadora por ambos pitones, siempre con limpieza y con bastantes dosis de temple. Remató bien las series y terminó con unas bernardinas y con una estocada desprendida que fue suficiente. Fue entonces cuando al palco se le fue la mano y sacó el segundo pañuelo. Fue un premio excesivo para el de Tomelloso.

Ante el jabonero que cerró plaza, realizó un trasteo similar al anterior, queriendo y pudiendo. Hubo mando y buena disposición en sus naturales y derechazos, en una faena que tuvo más calado en los tendidos que la anterior. Pero, tras unas manoletinas, mató de una estocada hasta la bola, precedida de un pinchazo que redujo el premio a un único trofeo.

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