Héctor Edo, de rodillas, con la diestra, ante el cuarto de Santafé Martón en Orduña.
Uno de los novillos lidiados fue premiado con la vuelta al ruedo y otro, ovacionado con fuerza en el arrastre. Galería de imágenes.
La plaza vizcaína de Orduña fue el domingo pasado el escenario de un festival en el se lidiaron cuatro novillos del hierro navarro de Santafé Martón, de Villafranca. La calidad de la materia prima permitió ver muy buenas faenas y el triunfo de tres de los cuatro actuantes. El primero del festejo, el castaño Botellero, número 15, fue premiado con la vuelta al ruedo, y el tercero, Cantor, número 27, también Castaño, ovacionado con fuerza en el arrastre.
En el ruedo vizcaíno se dieron cita tres matadores de toros –El Vitoriano, José Arcila e Iván Abásolo- y un novillero, Héctor Edo, que fue la sorpresa agradable de la tarde.
José Miguel “El Vitoriano” tuvo un gran novillo en sus manos, por su nobleza, clase, motor, transmisión y duración, el citado Botellero; el diestro realizó una bonita faena de muleta pero falló reiteradamente con el estoque y toda posibilidad de premio se diluyó; el público agradeció su esfuerzo con unas palmas.
Después, el tocó el turno a José Arcila, colombiano de Manizales. Le correspondió otro buen eral, el llamado Arquidito, castaño, número 26. El espigado diestro estuvo muy seguro ante él y pudo lucirse, dada la calidad del novillo. Realizó una faena variada, que remató con una buena estocada. Cobró las dos orejas del ejemplar navarro, que fue aplaudido en el arrastre.
El mismo premio obtuvo Iván Abásolo, a quien le correspondió un novillo extraordinario, que se caracterizó por su bravura, por su mucha transmisión desde el principio, el castaño Cantor, número 27. El matador de toros vizcaíno realizó una estupenda faena, tanto que, pese a que pinchó tres veces, cobró las dos orejas del de Santafé Martón.
Cerró el festival la gran novedad de la tarde, el novillero sin picadores Héctor Edo, que se las vio, posiblemente, con el novillo menos claro del festival, con el negro Tonadillo, número 39, que se agarró algo piso y no tuvo tanta duración como los anteriores. Pese a ello, el joven castellonense de Burriana se mostró variado con el capote. En el último tercio, se le vio serio, muy bien plantado, y se impuso con su toreo al eral menos claro. Dos pinchazos precedieron a una gran estocada, que le permitió cobrar una justa y merecida oreja. Sin esos dos pinchazos previos, habría alcanzado un triunfo de puerta grande.
Todas las imágenes corresponden a la labor de Héctor Edo frente al cuarto y han sido cedidas gentilmente por su entorno familiar.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX