Desplante de Jesús Chover, con mordedura de pitón incluida. Fotografía: Mariano Pascal.
El sexto utrero del ganadero navarro, de Villafranca, fue premiado con la vuelta al ruedo.
Ganado: Seis utreros de Santafé Martón, bien presentados. Pitado el primero, destacaron el segundo, tercero y sexto que fue premiado con la vuelta al ruedo.
Novilleros: Juan del Moral (silencio, silencio y silencio tras aviso) y Jesús Chover (silencio, oreja y oreja).
Presidencia: A cargo de Ángel Vergara Pérez, asesorado en el terreno artístico por Paco Romera y en el veterinario por Jesús María de Andrés. Interpretaron las necesidades del festejo a la perfección.
Incidencias: Media entrada en tarde de tiempo agradable. El novillero anunciado Gerardo Rivera presentó parte facultativo quedando el espectáculo en festejo de dos espadas. Actuó en funciones de sobresaliente el novillero “Israel de Córdoba”.
Atardecía en Fitero cuando el novillo Arquidito doblaba las manos. Había hecho el avión embistiendo de largo tras recibir un puyazo en la yema. El novillero Jesús Chover, rústico torero, lo había cuajado por ambos pitones en una faena con una chispita de inspiración. A la postre le cortaría la oreja y el novillo recibía el premio de la vuelta al ruedo.
Éxito para el torero que saldría a hombros y éxito para el ganadero José Ángel Santafé, al que por fin ayer le embistieron unos utreros.
Es mejor recordar el desenlace del festejo porque su planteamiento fue un caos que haría ruborizar al centenario coso de Fitero si éste pudiera hablar. Ni se celebró a la hora anunciada en el programa municipal, ni las taquillas estaban abiertas a tiempo por no aparecer las llaves, ni los novilleros fueron la terna anunciada: un indescifrable parte médico sacaba a Rivera del cartel para dejarlo en un injustificable mano a mano.
La novillada de Santafé Martón, presentada con mimo y remate, dio varios toros de interés. Poco y mal picada, sólo el primer novillo puso problemas por mostrarse tardo y parado. El resto embistió con nobleza en mayor o menor medida.
Juan del Moral, no pudo o no supo hilar tres muletazos en condiciones a ninguno de sus tres utreros. Y tuvo novillos con condiciones para triunfar. Echó una tarde como para plantearse el futuro.
Jesús Chover toreó de hinojos, puso banderillas, brindó a diestro y siniestro, mordió los pitones del cuarto, bulló e intentó alegrar a la parroquia. Con el sexto, hasta se puso artista toreando al natural con cierto gusto.
La tarde se cerraba con una puerta grande para alegrar al público. A la afición le costará más digerir tanto desaguisado.
Información de Mariano Pascal publicada en Diario de Navarra.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX