Natural de Javier Castaño al segundo utrero del festejo. Fotografía: Joël Buravand.
Los tres primeros novillos fueron aplaudidos en el arrastre y el quinto y último, ovacionado. Galería fotográfica: Joël Buravand.
El ganadero navarro José Antonio Baigorri reseñó ocho utreros para Pamplona, para lidiarlos el 5 de julio. Al final, no pudo ser. La empresa de la capital navarra, en otro alarde de imaginación taurina, optó por una novillada de El Parralejo (las malas lenguas dicen que esos novillos se iban a lidiar en Pamplona como toros en San Fermín 2018).
Pues bien, de esos ocho novillos reseñados en la finca lodosana, dos se lidiarán el 3 de septiembre en Peralta. Otro, ‘Rascatripas’, se lidió en el pasada Feria de Lodosa y, al parecer, ha sido declarado novillo más bravo del ciclo. Y los otros cinco se lidiaron el domingo pasado en Guadalajara, en la plaza de Marchamalo, donde se celebró un festival picado mixto, que registró una entrada de dos tercios de plaza.
En él, tres fueron aplaudidos en el arrastre y el quinto y último, ovacionado. La tónica general fue el motor, una novillada encastadita.
Abrió plaza el rejoneador Ferrer Martín, que sustituyó a Juan Quinta. Se encontró con un novillo bueno, con calidad, fijeza y codicia. Pero no lo entendió. Le puso demasiado hierro y debió dejarlo más crudo. Pese a ello, tras un pinchazo, mató de un rejón trasero y caído, y se le premió con una oreja. Aplausos para el utrero navarro.
El segundo fue excepcional, digno de volver a la finca para padrear, un compendio de clase, motor, recorrido, durabilidad…Cayó en manos de Javier Castaño, que supo en todo momento lo que tenía delante y le realizó una faena completa, por ambos pitones. En un momento de la lidia, recibió en una pierna un fuerte golpe de un pitón. Muy dolorido, transcurrieron unos cinco minutos hasta que se repuso. Después, se lució con cuatro series extraordinarias por derechazos y naturales. Mató de una estocada atravesada y un descabello, y cobró una merecida oreja. Aplausos para el magnífico utrero.
Lo mismo ocurrió con el tercero, otro novillo bueno, que arreó en el caballo y humilló en la muleta; embistió con clase pero no tuvo la transmisión del anterior. Ángel Puerta no pasó de correcto ante él. Dio muchos muletazos pero bastante insípidos. En cualquier caso, mató de una estocada caída y paseó una oreja. Aplausos para el utrero.
El cuarto fue el garbanzo negro del encierro, por reservón, por parado, por muy agarrado al piso. Le correspondió a Filiberto, que estuvo por encima de él y gustó. Lo brindó a Teodoro Galán, mozo de espadas de Iván Fandiño. El diestro murciano, tragando mucho, le sacó muletazos preciosos, pero de uno en uno, porque la ligazón era imposible. Buena actuación concluida con media estocada y un descabello. Recibió un aviso y una ovación, a la que correspondió saludando desde el tercio.
Cerró el festejo el novillero Víctor Hernández, que fue, a la postre, el triunfador de la tarde, ya que consiguió las dos orejas del muy buen quinto, que tuvo transmisión y casta, tras una faena que fue de menos a más. El utrero, ovacionado en el arrastre.
Visto el juego de esto cinco utreros, súmenles, por ejemplo, el ‘Rascatripas’ lidiado en Lodosa, e imaginen la novillada que pudimos presenciar en Pamplona; como suele decirse, habría podido ser, simplemente, de escándalo. Veremos el año que viene.
Festejos taurinos Pamplona, S. XIX