IOKIN ZUASTI: ‘DOS AÑOS SIN ENCIERRO TIENE UN COSTE. CREARÁ UN VACÍO PARA HACER CANTERA’

Iokin Zuasti en el callejón de entrada a la plaza de toros, tirando de un astifino ejemplar.

El veterano corredor pamplonés, de 63 años, presenta mañana, viernes, un libro biográfico, con su sentir sobre la célebre carrera San Fermín, en la que lleva 50 años participando.

“Con 8 o 9 años” inició el pequeño Jokin Zuasti Urbano su idilio con el encierro. Se acercó acompañado de su padre, Martín, y quedó obnubilado por el griterío que acompañaba entonces la llegada de los mozos timoratos, los llamados valientes, que procuraban adelantarse al peligro desplegado en las astas de seis toros. “Un vacío” mediaba su llegada, anticipada “por seis, nueve o hasta quince corredores”, sin la multitud que se agolpa en la curva de Telefónica convertida hoy día en el punto de mayor peligro. “Yo quiero ser como ésos”, se dijo a sí mismo Jokin.

Transcurrido algo más de medio siglo de su deseo pronunciado, este pamplonés, nacido hace 63 años en la calle Tejería, presenta este viernes en el Casino Iruña un libro con relatos y, sobre todo, imágenes que dan crédito de su condición de testigo privilegiado de un acontecimiento único. Julios Intensos. 50 años corriendo los Toros de San Fermín. Una historia de amistades, riesgos y emociones.

¿Qué le animó a hacer el libro?
Venían amigos a casa y me decían: ‘Aquí tienes un museo’. Aitor, mi hijo, me decía: ‘No seas vago, padre. ¡Haz algo! No sé si fue por este parón de la pandemia o porque el año pasado no hubo Sanfermines pero miré fotos que tenía y empecé a recordar. Entré en la intrahistoria del encierro. Recordé los primeros almuerzos con Tito Murillo, que fue nuestro maestro. Con quince años, nos llevaba a pueblos para aprender a correr delante de las vacas.

¡Lástima no poder disfrutar por segundo año de la fiesta cuando asoman sus recuerdos!
No quiero ni pensarlo. ¡Es una catástrofe! Esta mañana (por ayer) al levantarme he pensado en esos chavales de doce, trece o catorce años que se van formando en la tradición y que se van a quedar dos años sin poderla interiorizar. Esa magnitud, esa fuerza que tiene el encierro no se va a vivir dos años. Eso tiene un coste.

No es lo mismo ver encierros del pasado que vivirlos en el presente, ¿no le parece?
Por supuesto. Dos años sin encierro tiene un coste. Creará un vacío para hacer cantera.

Usted corrió en San Fermín Txikito en los años 1978, 1991, 1992 y 1993. Los nostálgicos se acogen a su reedición este año como deseo si la pandemia da tregua.
No soy nostálgico. Soy realista. Me fastidia que no haya Sanfermines. Si me acompaña el físico, el primer día de encierro me veo entre los pitones de un toro entrando en la plaza.

Cuando se apena por los jóvenes sin dos años de aprendizaje emocional, ¿recuerda sus inicios?
En 1972 caí en el encierro. Recuerdo que la Policía controlaba a la gente y que miraba a la cara. Yo estaba fuerte y pude correr en Estafeta. No tenía ni pantalón blanco. En 1974 me echaron un par de veces…

¿Por ser menor?
La primera vez que corrí tenía de 13 para 14 años.

Hoy sería impensable.
Siempre ha habido aglomeración en el encierro en los que poder pasar desapercibido. Lo que ocurre es que ahora van muchos acompañando los toros y antes no iban tantos.

Cuenta usted en el libro que en 1978, cuando se suspendieron los Sanfermines y hubo tres días de encierro en San Fermín Txikito, se encontraba en la mili en Palma de Mallorca y estaba dispuesto a escaparse del cuartel.
Mi amigo Claudio Marqués Palau de Comasena, que era juez, intercedió por mí. Me dijo que ni se me ocurriese escaparme. Me preguntó por mi compañía y casualidades, conocía al capitán Madrid. ‘Solicito un permiso de una semana para irme a casa, a Pamplona, porque hay encierros de toros. Soy muy aficionado y me gustaría no perdérmelos’. ‘¿Tú corres delante de los toros? Bien. Vete. Tienes el pase. Pero, mira, cómo me estés metiendo un gol, te empaqueto hasta que te licencies. Así que ya puedes traer las pruebas. Quiero aquí unas fotos delante de un toro como una catedral’, me respondió el capitán. Una de esas fotos es la de la portada del libro, en el que aparezco junto a Atanasio Etxarri, aquel del que decíamos: ‘Ya viene Atanasio, ya vienen los toros’”.

Su libro no es sólo la vida de Jokin Zuasti.
Sin ser pretencioso, sin quererlo, sin sentar cátedra de nada, ha salido casi sin querer. También han pasado sin querer 50 años. He sido consciente de cada momento: del montón del 75 que muere Górriz, del 77 que muere Esparza, del montón del 2013, que corría mi hijo y esquivó un toro. Ese día me pasó otro.

Son pocas las desgracias…
Desde el punto de vista de los accidentes, el encierro es traumático. Más que cornadas lo que hay son golpes o varetazos. Yo no tengo ninguna cornada. Cornadas las tuvo mi amigo Julen Madina, que en paz descanse, que le dio un toro cinco de una vez. Ya le dije: ‘Has coleccionado todas’.

¿Siente el capote de San Fermín?
He tenido suerte. He recibido golpes fuertes. El último me quedé seminconsciente. He tenido fracturas de mano, de codo, de todo.

‘El toro es vida pero te la puede quitar’. Lo dice usted.
Hay que ser consciente. Yo lo fui cuando vi ahí (señala el callejón de la plaza de toros) a Eraso con la cornada espeluznante. Se me quedó grabada una cornada a Pello Torreblanca. Pero una de las que más me impactó la vi en una curva de Tafalla. Un toro empaló con el cuerno a un corredor.

“SOMOS MUCHOS”

Siempre vuelve. ¿Qué tiene el toro?
Engancha. Ponerse delante de un toro es muy chulo pero eso conlleva un riesgo. Da vida y te la puede quitar. La vida es un riesgo. Me fastidia la inconsciencia.

¿A qué se refiere?
Muchos corredores piensan: ‘A mí no me va a pasar. No me va a coger’. Pero cuando pasa, lo digieren y ya no vuelven.

¿Cómo se puede controlar la masificación?
En el encierro siempre ha habido mucha gente. Lo que pasa ahora es que hay muchos que se acercan al toro, que corren cerca. Al toro se le respetaba más hace treinta años. Antes daba más miedo. La gente corría. Hay cientos de corredores con anhelo de ponerse delante. Somos muchos para lo mismo.

No es igual ‘coger’ que acercarse a un toro.
Ahora hay mucha gente que no sabe correr, que quiere acercarse al toro y complica la carrera.Ya le dije a mi hijo: ‘Vas a disfrutar del encierro la mitad que yo’. Eso de correr el encierro limpiamente es muy difícil. Los que lo hacen son unos fuera de serie.

Y luego, los mansos veloces.
Toda la organización del encierro va dirigida a que no pase nada. Los ganaderos preparan a los toros como atletas y los mansos están para acompañar. El peligro ya no está en la Estafeta desde el antideslizante.

Ahora está en Telefónica.
Exacto. Los toros no ven.

El origen del sobrenombre ‘Divinos’ en una crónica del encierro

Los recuerdos que transcribe en su libro rescatan de la memoria a amigos que se fueron y otros que comparten su pasión.
La cuadrilla de aquellos años estaba formada por mayores que yo. Allí estaba Tito Murillo, un grandísimo corredor del encierro, un apasionado. Yo le conocía de natación cuando jugaba a waterpolo. De esa cuadrilla eran Txema Esparza, Julen Madina, Joe Distler…

Los llamados ‘Divinos’.
Su nombre es de finales de los 70. Después de correr el encierro nos juntábamos para almorzar en el bar Anaitasuna Txema Esparza, Tito Murillo, Julen Madina, Mariano Barón, Txema Errea.. Venían amigos que no corrían, como Alfredo Saraldi, que fue presidente de la federación de Natación. En los almuerzos solía aparecer algún periodista. Y un día llegó Elena Suescun, de ‘Navarra hoy’, que preguntaba por qué corríamos todos los días. En una, Alfredo Saraldi soltó: ¡Éstos son Divinos! Al día siguiente apareció en el periódico: ‘A vueltas con los Divinos’.

El sobrenombre ha acabado por incorporarse a la jerga del encierro.
Se ha quedado el nombre. Ahora ‘Divino’ es todo el mundo que corre de manera continua.

Más que ‘Divinos’ los corredores son tan humanos como cualquier persona que desafía la razón y se deja arrastrar por una ilusión.
Somos apasionados de lo que hacemos.

En la calle Estafeta hay dos relojes que cuentan los días y las horas que faltan para los próximos Sanfermines. Uno de ellos, en una esquina, señala 61 días. El otro, más ajustado a la realidad tras la suspensión decretada, refleja 426.
No quiero ni mirarlo. 400 días me parecen un mundo. Es una barbaridad. Este verano igual intentaré correr en algún lugar, quizás en Onda (Castellón) donde se organizan unos encierros muy chulos. No sé si se podrán celebrar en octubre. No lo sé.

Información de Natxo Gutiérrez, publicada en diariodenavarra.es

JULIOS INTENSOS
50 AÑOS CORRIENDO LOS
TOROS EN SAN FERMÍN
Autor: Jokin Zuasti Urbano
Producción: Aitor Zuasti
Páginas: 290
Precio: 44 euros

Portada del libro de Iokin Zuasti.

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