Toreó con Talavante, que se fue de vacío, y Daniel Luque, que logró dos orejas y acompañó al navarro en la salida a hombros
Pablo Hermoso de Mendoza logró triunfar el pasado jueves en una plaza nada habitual, en la de Toledo, en la que sólo había toreado una vez. En aquella ocasión salió a hombros y lo mismo hizo en la festividad del Corpus Christi.
En tal escenario hizo el paseíllo con Alejandro Talavante, que no cortó trofeos, y Daniel Luque, que consiguió dos orejas y acompañó al navarra en la salida por la puerta grande. Éstos lidiaron cuatro toros de Carlos Charro, buenos en general, y el estellés, dos de La Castilleja, nobles y bravos.
Precisamente, nobleza y entrega fueron las condiciones principales del toro que abrió plaza y al que sólo se le pudo reprochar sus justas fuerzas, achacable posiblemente al excesivo calor y a la mucha entrega del astado. Ante esta buena materia prima, el caballero navarro se dedicó a torearlo muy de cerca y muy despacio, pero cuidándolo mucho, sin forzarlo en exceso. Acertó con el rejón de muerte y obtuvo la primera oreja de la tarde.
Al cuarto le realizó otra faena templada, clavando siempre al estribo, llegando con mucha perfección a la cara del toro y clavando siempre en lo alto. Y todo ello pese a que el toro fue mucho más difícil y áspero que su anterior, bastante andarín y con la cara arriba en su embestida. Cuajó una gran faena con Saramago de salida, Silveti e Ícaro en banderillas, y Pirata en el tercio final, con el que dejó un certero rejonazo final que le puso en bandeja las dos orejas del cuatreño.
Fue el primer festejo de una pequeña gira que le llevará a Hermoso de Mendoza a las plazas de Algeciras, León Badajoz, en cuatro días, sin respiro alguno.