FUENTES DE BARRO. CRÓNICA DE LA 4ª CORRIDA DE LA FERIA DE SAN FERMÍN

Abellán logró cortar una oreja de cada uno de su lote. Fotografía: Pidal.

Abellán logró cortar una oreja de cada uno de su lote. Fotografía: Pidal.

Puerta grande, ganada a pulso, de Miguel Abellán, y cogida espeluznantes de Iván Fandiño, que sólo sufrió una dura paliza.

Ganado: Seis toros de Fuente Ymbro, bien presentados, parejos, nobles pero deslucidos por su falta de fuerza, salvo el primero, que embistió con fijeza y fue aplaudido en el arrastre, y, si se quiere, el cuarto, que aguantó en pie la larga faena.

Diestros:

Miguel Abellán: oreja y oreja con fuerte petición de la segunda.

Miguel Ángel Perera: silencio en ambos.

Iván Fandiño: silencio y ovación tras aviso.

Presidencia: A cargo de Maite Esporrín, asesorada por Fernando Moreno y el veterinario Jesús Mari Razquin, salvo un confuso aviso, cumplió muy bien su cometido; mantuvo un buen criterio al no conceder la segunda oreja del cuarto.

Incidencias: Lleno aparente. Tarde soleada y calurosa. Matadores de toros, subalternos y picadores hicieron el paseíllo descubiertos para reivindicar el valor cultural de la fiesta taurina. Fandiño fue aparatosamente cogido por el sexto; por fortuna, todo quedó en una dura paliza.

Hace algunos años, no muchos, daba gusto ver a los toros de Fuente Ymbro pelear en el caballo. Muchos de ellos metían los riñones, empujaban con fijeza en dos y hasta en tres encuentros con los varilargueros.

Visto lo de ayer -de acuerdo, a toro pasado, que es lo más fácil-, nada queda de eso. ¿Qué ha pasado? La respuesta la debe tener el ganadero, Ricardo Gallardo, que lidió un encierro débil y, por ello, deslucido en conjunto.

Y, la verdad, van cuatro de cuatro. Cuatro tardes de feria ¿del toro? con encaste juampedro, o domecq, como se prefiera, y cuatro tardes sin ver un puyazo, ni bueno ni malo. Como no cambié la situación, la de este año acabará siendo la feria del toro sin caballos. Pero cambiará, al tiempo, no lo duden. Posiblemente, hoy mismo, esta misma tarde.

En cualquier caso y como las tres anteriores ganaderías, Fuente Ymbro defraudó ayer a todos, aficionados y gran público, y cosechó un duro y claro suspenso en nuestra plaza

.Afortunado

Respecto a la mano de obra, la tarde arrojó un claro triunfador, Miguel Abellán, que abrió la puerta grande tras llevarse el mejor lote, el único aceptable, y, eso sí, saber aprovecharlo.

Pase de pecho de Miguel Abellán. Fotografía: Pidal.

Pase de pecho de Miguel Abellán. Fotografía: Pidal.

Al que abrió plaza lo recibió con verónicas de rodillas, tres largas cambiadas y nuevas verónicas a pies juntos. Con la muleta, comenzó en los medios, con un cambiado por detrás y con varios pases de rodillas en similar terreno. Ya de pie, ejecutó dos tandas en redondo ante un toro que repetía con fijeza y clase. Al natural,, el toro embistió en la primera serie al pasito y en la segunda, algo peor. Tras unos pases por alto de rodillas, terminó con una casi entera algo desprendida, que posibilitó la concesión de la primera oreja de la tarde. Frente al cuarto, su mayor mérito fue saber mantenerlo en pie, llevándolo mimado a media altura con la diestra, y también al natural. El ejemplar gaditano habría sido un muy buen toro con las fuerzas necesarias; pero no las tuvo. Por ello, el madrileño tiró por la calle del encimismo, con invertidos y cambios de mano que terminaban en naturales, con pases de rodillas, manoletinas de pie y genuflexas, abaniqueo y desplante. Tanto adorno y toreo bullidor tuvo el mérito de captar la atención del público en el toro de la merienda pero nunca fue parte de un trasteo merecedor de doble premio. Abellán paseó otra justa oreja, la que le abría la puerta grande, y se vengó del palco dando dos vueltas al ruedo.

Iván Fandiño fue aparatosamene cogido por el manso sexto. Fotografía: Pidal.

Iván Fandiño fue aparatosamene cogido por el manso sexto. Fotografía: Pidal.

Los otros dos diestros no tuvieron la misma fortuna que el madrileño. Fandiño se encontró en primer lugar con un toro al que le costaba embestir por su debilidad; deslucido, por tanto. El espada vizcaíno sólo pudo realizar ante él una labor de enfermero. Su voluntad frente al sexto chocó enseguida con un manso, sin clase alguna. Sin embargo, comenzó a torearlo haciéndolo mejor de lo que era, hasta que el manso, perverso, cazó el diestro e hizo por él en la arena. Fandiño salió ileso, cubierta la cara de sangre, dolorido… y se fue al toro, en una lección de pundonor, para decirle que aquí mando yo. Todavía pudo robarle una tanda de mérito. El paso por la feria del de Orduña ha venido marcado por la fata de materia prima con algo de calidad.

A Perera le correspondieron dos toros deslucidos. Fotografía: PIdal.

A Perera le correspondieron dos toros deslucidos. Fotografía: PIdal.

Por último, Perera poco pudo hacer. Su primero fue un toro desaborío, que embestía con las manos por delante y en corto recorrido. Nada que hacer, salvo intentarlo. Y el quinto, fue un manso sin clase que comenzó a agonizar pronto, muy pronto, como queriendo morir rápido para olvidar tan triste tarde para su hierro y divisa.

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