FERIA DE TAFALLA. BALANCE. OPINIÓN. EL TORO SE IMPUSO AL TORERO

Derechazo de Rubén Pinar. Fotografía: Jesús Garzaron.

La segunda feria taurina en importancia de Navarra ha quedado atrás. Y ha dejado buen regusto en el aficionado y en el público festivo. Sobre todo, por la materia prima lidiada. Con distintas sensaciones, se han lidiado tres corridas de toros (siete orejas), otra de rejones (cinco) y una novillada picada (dos).

Ahora, a toro pasado, se puede afirmar que, en líneas generales, se ha notado algo la crisis pero que, pese a ello, el público ha respondido y ha acudido a la plaza de toros. Es un dato importante porque ha quedado patente que la feria sigue viva, muy viva. Y, además, el ambiente que se ha respirado en la plaza ha sido magnífico, mejor incluso que el de Pamplona, pues las peñas tafallesas respetan las lidias. Y de este modo, la banda de Tafalla suena magistralmente y las gaitas, animando los tercios de banderillas, también. Respecto a las presidencias, de todo ha habido, pese al buen equipo asesor.

Ahora bien, queda la impresión de que ha habido excesiva desigualdad entre toros y toreros. En el terreno de la materia prima, la feria estaba muy bien planteada, era muy interesante. Adolfo Martín, Prieto de la Cal, Los Recitales, Santafé Martón, nombre todos ellos muy atractivos que, por otro lado, proporcionaban una bonita combinación de encastes.

Respecto a la mano de obra, sin embargo, el ciclo taurino fue otro cantar. Cierto es que la suerte no acompañó. Antonio Barrera se quitó de los carteles enseguida, Francisco Marco, lesionado, no pudo acudir, muy a pesar suyo, Iván Fandiño resultaba cogido justo el día anterior a torear en Tafalla… Mala suerte, desde luego.

Pero lo cierto es que, por unos motivos u otros, un par de carteles quedaron muy descompensados. El primero, el de la novillada navarra de Santafé. Sólo al murchantino Antón se le vio cierto oficio frente a los cuajadísimos utreros de Villafranca. Los otros dos, ambos americanos, no estaban preparados para tal trago. Con novilleros más rodados, el público habría visto otra novillada y se habría divertido más, pues a los novillos, que tuvieron nobleza, se les pudo cortar más orejas.

Esta descompensación fue también patente en la corrida de Prieto de la Cal. Es cierto que esperaba más del ganado vazqueño pero no lució todo lo debido porque a una de las monteras, la que se llevó el lote, le vino todo grande. Lancho, por lo menos, lo intentó y pagó con sangre su osadía. Y sí fue loable la disposición de Paco Ureña, que dio la cara en todo momento y, encima, en unas condiciones adversas, bajo un verdadero chaparrón. Lección de pundonor y de vergüenza torera la del murciano, que se ganó a pulso la repetición.

Ahora bien, mucho más rodada estaba la terna que abrió la feria, frente a una más que interesante corrida de toros de Adolfo Martín, de toros serios, de verdad, y defraudó en conjunto. Castaño no pasó de correcto, Cortés dijo muy poco con el peor lote y a Joselillo se le fue un lote soñado por muchos toreros.

Como ya había sucedido algún otro año, hubo que esperar al último día para presenciar una tarde triunfal de toros y toreros. Los Recitales disipó las dudas en la segunda parte del festejo con tres buenos toros, dos notables y el último sobresaliente por bravo, por noble, por encastado, por la clase de sus embestidas. Ante ellos, Ferrera toreó a su estilo pero toreó, Oliva Soto dejó destellos de su gusto pero anduvo pésimo con los aceros, y Rubén Pinar, que ya sabía lo que era triunfar en Pamplona, demostró su trayectoria al alza. Pese a su estado físico, cuajó a ese estupendo toro con mucha técnica y firmeza. Toreó de verdad y con verdad, en una situación en la que otros no se habrían esforzado. Digno de triunfador de una buena feria, la de Tafalla.

Triunfal asimismo fue la tarde de rejones, con los portugueses de Rodrigues y con un cartel rematado, atractivo, que para nada decepcionó; todo lo contrario. Hermoso, en maestro, como lo que es, y Manzanares y Armendáriz, bien, muy bien, pese a que al de Noain se le atragantaron los aceros letales.

Por último, de cara al año próximo, la empresa debe buscar unos carteles más compensados en toros y toreros. No hace falta que aparezcan anunciados los nombres de grandes figuras. No. ¿Para qué? ¿Para que la presencia del toro deje que desear? Pero sí nombres de toreros rodados, de garantía.

En este sentido, no estaría nada mal que esas dos bajas forzadas, las de Marco y Fandiño, fuesen contratadas e, incluso, formasen una mano a mano de gran interés para cualquier aficionado. En cualquier caso, el toro ha vuelto a mandar en Tafalla y eso siempre es una buena noticia. Por tanto, enhorabuena a la empresa, al club taurino y a la ciudad de Tafalla.

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