FERIA DE LODOSA. CRÓNICA. MUY TIBIO ARRANQUE DEL XV PIQUILLO DE ORO

Derechazo de Juan Millán al buen ‘Rascatripas’, al son de la banda de Lodosa, de las mejores de Navarra. Fotografía: Vaquero.

El novillero madrileño cortó la única oreja de la tarde a un utrero navarro de Ganadería de Pincha, que fue aplaudido en el arrastre.

Ganado: Cuatro utreros de Ganadería de Pincha, bien presentados, aunque algo desiguales, y de juego dispar, con un segundo aplaudido en el arrastre.

Diego Hermosilla: palmas tras aviso y silencio.

Juan Millán: oreja y silencio.

Presidencia: a cargo de Ignacio Marrodán, asesorado por Román Elorz y Vaquero Díaz, cumplió correctamente su cometido.

Incidencias: Media plaza. Tarde soleada y calurosa. Los dos novilleros hicieron el paseíllo desmonterados. Una vez realizado, se guardó un minuto de silencio en memoria de Jesús Remírez de Luis y Andrés Armendáriz Quiroga, presidentes de esta plaza ya fallecidos. Actuó de sobresaliente el novillero pamplonés Francisco Javier Expósito, que sufrió una aparatosa voltereta del que abrió plaza, sin más consecuencias que el fuerte golpe, aunque tuvo que pasar por la enfermería.

Acostumbrados a novilladas picadas de seis utreros, a los lodosanos y al público en general el festejo de ayer, que abrió la feria, les supo a poco. Todo sucedió demasiado rápido y a algunos no les dio tiempo ni para acabar la merienda. Por ello, abandonaron la plaza con extrañeza, debido a lo pronto que era en comparación con años anteriores.

El cartel presentaba dos principales puntos de interés. Por un lado, se anunciaban cuatro utreros de un ganadero local, del lodosano José Antonio Baigorri, que lidia a nombre de Ganadería de Pincha. Por otro, uno de los novilleros era Diego Hermosilla, nacido en El Puerto de Santa María pero afincado en Tudela desde hace bastantes años.

Respecto a la materia prima, el criador de bravo navarro no tuvo suerte. Dos de los utreros que tenía reseñados se estropearon en el campo; uno sufrió una cornada y otro padecía un pajazo en un ojo. Por ello, tuvo que reponer otros dos utreros para la novillada, ejemplares en los que no tenía tanta confianza.

Partiendo de esta desafortunada situación, se puede afirmar que salió airoso. No fue una novillada sobresaliente pero tampoco, mala. Los cuatro utreros ofrecieron, en conjunto, un juego dispar y cumplieron de sobra en el caballo. El tercero, por ejemplo, en tres encuentros con el peto, recibió más castigo que cualquiera de los 48 toros que se lidiaron en la pasada feria pamplonesa, que ya es decir.

En relación a la mano de obra, Hermosilla no tuvo su mejor tare, ni mucho menos. Ante el que abrió plaza, un novillo cómodo de cara, que comenzó complicado, por algo mirón y buscón, pero que fue a mejor a lo largo de la faena, fue un derroche de voluntad. Realizó una faena falta de continuidad, en la que intercaló derechazos y naturales sueltos, sin esa ligazón deseada. En la última parte del trasteo, el utrero fue a mejor y el novillero, también, sobre todo en una serie en redondo en la que llevó al de Pincha muy empapado en la muleta. No anduvo acertado con el estoque y perdió la posible concesión de un trofeo.

El tercero, el burraco Fortachón, respondió a su nombre, ya que, después de recibir de lo lindo en tres encuentros con los picadores, llegó al último tercio con mucha fuerza, como sin acusar el castigo recibido. El navarrizado novillero, tras un par de naturales de buen corte, se mostró desconfiado, le dudó en un par de ocasiones y optó por matar; de nuevo, no anduvo afinado y el público acabó desentendiéndose.

A Millán, por su parte, le ocurrió, más o menos, lo mismo frente al alto y bruscote cuarto. Para entonces y tras una faena de escaso relieve, el de Alcalá de Henares había logrado una oreja del buen segundo, del burraco Rascatripas, que atesoró calidad por ambos pitones y que fue el mejor de una tarde con poca historia.

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