FALLECE EMILIO OLIVA FORNELL EN CÁDIZ, A LOS 81 AÑOS DE EDAD

Emilio Oliva Fornell.

Emilio Oliva Fornell.

Toreó en Pamplona el 18 de julio de 1964, en la corrida del ‘XXV aniversario de la victoria, años de paz’.

El torero de dinastía Emilio Oliva Fornell ha fallecido a los 81 años de edad la pasada madrugada en el Hospital de Puerto Real (Cádiz) tras varios meses de complicaciones que habían agravado su estado de salud.

Fue padre de siete hijos, entre los cuales Emilio, David, Abel e Isaac decidieron seguir sus pasos, aunque Isaac no tomó la alternativa, además de Antonio, que regenta la peña Emilio Oliva (hijo), así como sus hijas Verónica y Asunción. Se da la circunstancia de que el pasado 22 de mayo también falleció su esposa, Antonia Baro Guerrero, a los 74 años.

Emilio Oliva nació en Chiclana y tomó la alternativa el 18 de abril de 1962 en la plaza de toros de El Puerto de Santa María de manos de Antonio Ordóñez y con Jaime Ostos como testigo de ceremonia.

Dos cornadas muy serias que sufrió en Madrid, con secuelas físicas incluidas, finalmente le obligaron a retirarse en la temporada de 1972. Tiempo después fue director de la Escuela Taurina de Chiclana ‘Francisco Montes Paquiro’.

La capilla ardiente ha quedado instalada en la Iglesia de San Telmo de Chiclana. Allí será velado hasta las 17 horas, momento en que se oficiará una misa en su memoria. Posteriormente será trasladado al Cementerio Mancomunado de la Bahía.

En Navarra

Emilio Oliva toreó en Pamplona una única tarde, el 18 de julio de 1964, en la corrida del ‘XXV aniversario de la victoria, años de paz’. Bajo una tarde nublada, se llenó media plaza escasa. Alternó con Andrés Hernando, que le cortó una oreja al que abrió plaza, y Enrique Trujillo, que se fue de vacío. Se lidiaron seis toros de Rafael Peralta, de Sevilla, sin trapío ni defensas; fue un encierro terciado, de poca presencia, que, sin embargo, dio buen juego. Y la verdad es que, según la prensa local, ‘pasó con más pena que gloria’. Los toros no fueron malos pero apenas pudo con ellos. Se limitó a dar unos pasecillos aceptables. Dudó demasiado ante su primero y las series resultaron cortadas y embarulladas; mató de una atravesada que asomó, un pinchazo y media buena; saludó desde el tercio. Ante el quinto, nada con la capa, una tanda de naturales bastante pasables pero sin mando, derechazos y derechazos y a matar; dos pinchazos y una delantera; ovación y saludos.

Casi un mes después, el 15 de agosto, en Tafalla, le cambió la suerte y triunfó. Hizo el paseíllo con Orteguita y Amadeo dos Anjos, que se fueron de vacío. Se lidiaron toros de Ignacio Sánchez, de Salamanca, feos de estampa y variados de capa; a pesar de su falta de casta y de su dureza, sexcepto el sexto, no ofrecieron mayores dificultades y, mal que bien, cumplieron en varas y se dejaron torear en la muleta. Se encargó del segundo y del quinto. Fue el triunfador indiscutible de la tarde y pudo haber cortado cuatro ore.jas y algún rabo si hubiese tenido más decisión para entrar a matar. Tuvo que conformarse con dos y esto gracias a la generosidad de la presidencia. Tras matar a su primero, que fue aplaudido en el arrastre, dio la vuelta al ruedo. En la faena a su segundo hubo más oropel que quilates, pero mató de una estocada delantera y cortó las dos orejas, con las que dio dos vueltas al ruedo. En conjunto, su actuación fue francamente buena y, a lo largo de toda la tarde, estuvo muy torero, con sitio en la plaza.

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