La cuarta carrera matutina de las fiestas se ha saldado con cinco contusionados.
Sin corredores no hay encierro. Pero este lunes su participación e implicación ha sido superior a la de cualquier carrera. Así lo reconocía el jefe de pastores, Alberto Pérez, tras un encierro largo (8 minutos y 20 segundos). El causante de que durara tanto ha sido Pendencier, toro negro, número 157, que tras sufrir un calambrazo a la altura del Asador Brasas, ha ido cayéndose varias veces al suelo hasta llegar a la plaza.
Pese a la tensión y la novedad, el parte médico se saldaba con cinco atendidos por abrasiones y erosiones: un corredor de 20 años de Tafalla por abrasiones y golpe en la nariz; otro de 48 de Pamplona por una herida en el codo izquierdo; otro de 27 años de Carcastillo con erosiones en el brazo izquierdo y pierna izquierda; otro de 20 años de Huarte por erosiones en la espalda; y otro pamplonés de 23 años por erosiones en el brazo derecho.
La manada de Rosa Rodrigues ha salido agrupada de Escolapios y ha continuado así por toda la avenida. Desde allí, Pendencier ya anunciaba que su ritmo sería más lento y que le iba a costar más que a sus compañeros. Aunque no se esperaba que fuera para tanto. A la altura del citado asador, el toro ha tirado un derrote a la izquierda hacia dos corredores y ha terminado por perder las fuerzas que le quedaban: “Se ha caído allí y, como iba justo de fuerzas, ya le ha costado levantarse”, ha comentado Pérez.
En esta situación, los corredores, mozos habituales de Tafalla y de la zona, han acompañado al toro en este último tramo y han colaborado con los pastores: “Han sabido comprender nuestra labor y tener paciencia, templanza y saber estar”, ha destacado Pérez, quien confiaba en que Pendencier estuviera recuperado para la lidia.
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