
Con tres cambiados por detrás en los medios, comenzó la faena El Luri ayer en la matinal de Beziers. Fotografía: El Tico.
El novillero de San Adrián tuvo petición de la segunda pero el eral tardó en doblar y los ánimos se enfriaron. Galería de imágenes: El Tico.
El novillero Juan José Luri “El Luri” protagonizó ayer, en la novillada matinal de Beziers, una estupenda actuación, muy bien rematada con el estoque, lo que le permitió cortar una oreja, que pudieron ser dos.
Bajo un cuarto de plaza, el joven navarro alternó con Alfonso Ortiz (oreja), reciente ganador del Espárrago de Oro de San Adrián, Alejandro Adame (dos orejas), que recibió el trofeo del Club Taurino Paul Ricard como triunfador de este festejo de la prestigiosa feria francesa, y Juan José Villa “Villita” (dos orejas). Como se puede apreciar, un cartel puntero dentro de la categoría de novilleros sin caballos.
Todos ellos lidiaron cuarto erales del ganadero francés Robert Margé, bien presentados y de buen juego en conjunto; el segundo fue premiado con la vuelta al ruedo.
A El Luri le correspondió el que abrió plaza, el menos completo del encierro. Salió a por todas. Lo recibió con un par de largas cambiadas de rodillas, un ramillete de mecidas verónicas y se lució con quite por tafalleras. Ya con la muleta, comenzó en los medios con tres ceñidos cambiados por detrás. Se encontró con un novillo que no admitía nada por el derecho. Por ello, lo toreó templado con la izquierda y lo bordó al natural, en una faena a más, en temple y quietud, hasta que acabó gustándose y gustando.
Pese a la frialdad de haber abierto plaza, El Luri consiguió conectar con fuerza con el público. Sólo quedaba la suerte suprema. El novillero navarro se perfiló y dejó una gran estocada. Pero el eral tardó en doblar, los ánimos se enfriaron y el premio se redujo a una oreja, a un trofeo, eso sí, de peso.
Fue su tecera actuación de la temporada. En la primera, en mayo, consiguió dos orejas en la plaza pacense de Talarrubias y, a principios de este mes, toreó en Boujan, un festejo a la portuguesa, en el que se le concedieron también dos orejas simbólicas.