DÍAZ Y LÓPEZ SIMÓN SE REPARTEN LAS DOS PRIMERAS OREJAS DE LA FERIA

Derechazo a pies juntos de Curro Díaz al cuarto, al que le cortó una oreja, la primera concedida en la feria.

Sotos no tuvo suerte en Tafalla con su lote y además manejó muy mal el estoque. Galería fotográfica.

Ganado: Seis toros de Manuel Blázquez, bien presentados, serios de cara, astifinos, nobles en conjunto y de juego variado, con más movilidad y clase el tercero y el cuarto.

Toreros: Curro Díaz (silencio y oreja), López Simón (silencio y oreja) y Mario Sotos (silencio en ambos).

Presidencia: A cargo de Leo Zabalza, asesorado por Francisco Sagardía y el veterinario Fernando Gaviria, cumplió correctamente su cometido.

Incidencias: Media plaza. Tarde soleada y agradable. Segunda de feria. Llovió algo durante el sexto toros y bastantes espectadores abandonaron los tendidos.

La segunda de la Feria de Tafalla tampoco acabó de convencer. Fue un sí pero no, sobre todo por la materia prima, de la que hubo todo, como en botica: bueno, malo y regular. La tarde se salvó porque en el ruedo torearon dos diestros con mucho oficio y, por tanto, con numerosos recursos. El tercero, sin embargo, dejó una pobre imagen, aunque también es cierto que tuvo hasta los elementos en su contra.

El primer toro de la tarde fue un castaño que salió fiero para el capote pero cuando llegó al caballo de picar se quedó sin fuelle. Con la muleta Curro Díaz no le bajó la mano. Se dedicó a tirar de él. Al final del trasteo, le dejó la muleta en la cara y consiguió así alguna ovación. Mató de estocada y descabello, y el público guardó respetuoso silencio.

El segundo fue un manso declarado, que salió siempre suelto en varas. López Simón comenzó la faena en la misma puerta de toriles. No consiguió sacarlo de su querencia y en el trasteo no hubo tanda alguna de interés. Concluyó con una estocada tendida y tres golpes de descabello. Más silencio.

El tercero fue un cuatreño astifino, en el tipo de la vacada. Su mayor virtud fue la movilidad. Mario Sotos no la supo aprovechar. Toreó despegado y de cara a la galería. Optó por los desplantes en vez de torear por bajo. Con el estoque anduvo muy mal y llegó la tercera dosis de silencio.

El cuarto fue el cinqueño Gorrión, el que tanta guerra había dado en el encierro matinal. Acusó poca fuerza pero atesoró nobleza y clase. Díaz lo entendió a la perfección y realizó una faena muy templada por ambos pitones, con mejores argumentos al natural, muletazos que llegaron a los tendidos. Mató de una estocada baja y cobró una oreja con justicia.

El quinto fue un toro mal lidiado por la cuadrilla de López Simón. En varas, recibió un duro castigo y salió suelto a la puerta de chiqueros. Como a su compañero, al madrileño de Barajas se le vio con oficio, en una faena en la que su mayor recurso fue llevar muy empapado al toro en el engaño para poder ligar los muletazos. Terminó con una estocada trasera y atravesada, y cobró la segunda y última oreja de la tarde.

El que cerró plaza fue un mal toro que además recibió una mala lidia en banderillas. Llegó al último tercio sin un pase, por lo que Sotos optó con buen criterio por abreviar. Eso sí tenía que haberlo matado mejor y no de un bajonazo infame.

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