Una mirada retrospectiva al ciclo taurino pamplonés. Artículo de opinión.
Dicen que las comparaciones son odiosas. Tal vez, aunque suena más a frase hecha que a realidad. Desde luego, en ocasiones, sirven, y mucho, para cotejar cambios. Y en el caso que nos ocupa, la comparación refleja un cambio notable, a peor. También se dice que cualquier tiempo pasado fue mejor. Posiblemente sea cierto, pero sólo para al que le fue bien en la vida. Al que se las vio y se las deseó…
La Feria del Toro de este año se presenta descafeinada en cuanto a eso, al toro, principal protagonista de la Fiesta. Y más si la comparamos con la de hace veinticinco años, la de 1989. Si nada se tuerce, entre el 7 y el 14 de julio, se lidiarán ejemplares de estas ganaderías: Miura, Dolores Aguirre, Adolfo Martín, Fuente Ymbro, Jandilla, Torrestrella, Victoriano del Río y Garcigrande. Como se puede apreciar, la empresa continúa apostando por la fórmula de ‘4 y 4’: cuatro duras y cuatro comerciales, para entendernos. Aunque bien visto, es más un ‘3 y 5’; en cualquier caso, esto no es lo peor.
La parte más preocupante viene dada por esa diversidad de encastes ganaderos que debe mantener toda feria que quiera apellidarse ‘del toro’. Pues bien, desgraciadamente, de las ocho ganaderías anunciadas para dentro de unos meses, la mitad, cuatro, son de procedencia Juan Pedro Domecq. Tres de ellas, directamente: Garcigrande, Victoriano del Río y Jandilla; y una cuarta, de manera indirecta: la de Fuente Ymbro, de procedencia Jandilla y por tanto… más de lo mismo. Por otro lado, Torrestrella, aunque haya formado encaste propio, tiene su origen asimismo en domecq.
De este modo, la próxima feria, aparte de lo domecq, sólo deja huecos para los atanasios de Aguirre, los albaserradas de Adolfo y los miuras (encaste propio).
Analizada la próxima feria, echemos un vistazo a la de hace veinticinco años e impregnémonos de añoranza al comprobar cómo ha cambiado a peor nuestra querida Feria del Toro. En 1989, estuvo protagonizada también por ocho ganaderías, por las siguientes, en orden de lidia: Celestino Cuadri, Murteira Grave, Pablo Romero, Salvador Guardiola, Marqués de Domecq, Cebada Gago, Baltasar Ibán y Eduardo Miura. Casi nada. Suenan bien, muy bien, estos ocho nombres, ¿verdad? Suenan a auténtica Feria del Toro. ¿No es cierto?
Y eso que, en honor a la verdad, en aquellos tiempos, los temidos cebaditas de hoy, eran los toros preferidos por las figuras; prueba de ello es que los lidiaron y estoquearon figuras de entonces, como Ortega Cano (dos orejas del quinto), Espartaco (dos del segundo y otra del sexto) y Litri, que resultó corneado a lidiar de capa al primero de su lote, para desgracia suya y de muchas y muchas mujeres que acudieron a la plaza para ver de cerca a Miguel Báez.
Cinco de esos hierros –Cuadri, Miura, Pablo Romero, Marqués de Domecq y Baltasar Ibán (debutante ese año)- anunciaban un encaste propio. Además, aparecían los villamartas de Guardiola, los murteiras (Gamero Cívico, Pinto Barreiros y Carlos Núñez) y los cebadas (Calos Núñez, Jandilla y Torrestrella). Como puede apreciarse, toda una variedad de encastes, que daba lustre a la Feria del Toro.
Que tomen nota quienes rigen los destinos de nuestra feria. Hace un par de años, el presidente de la comisión taurina se refería a la necesidad de recuperar el espíritu con el que nació en 1959 la Feria del Toro, de cambiar el planteamiento de las ganaderías. O se ha olvidado de ello o no le han hecho caso, ya que el próximo ciclo será el de la Feria del Toro Domecq, el del camino equivocado.
Pingback: 1989 | Feria del Toro, Feria de San fermin