
Buen derechazo del riojano Fabián Jiménez al cuarto último novillo, también riojano, de Lumbreras.
Los dos novilleros, valenciano y riojano, mostraron ganas de agradar y buenas maneras. Fotografías: Carmelo Betolaza.
Ganado: Cuatro erales de Álvaro y Pablo Lumbreras, bien presentados y de juego dispar; el primero con un muy buen pitón derecho; el segundo, con clase pero le faltó fondo, fue a menos; el tercero, extraordinario por ambos pitones; y el cuarto, deslucido, sin clase y sin humillar.
Novilleros: Jorge Pérez ‘El Niño de Las Monjas’ (vuelta y oreja) y Fabián Jiménez (ovación y oreja).
Lugar y fecha: Plaza de toros de Fitero, en Navarra. 15 de septiembre.
Incidencias: Media plaza. Llovió antes del festejo, pero luego el agua respetó la novillada. Festejo en honor de la Virgen de la Barda. Después de muchos años, y tal vez por primera vez, coincidieron en un ruedo un astado riojano y un torero vestido de luces también riojano. Actuó de sobresaliente, Francisco Expósito, que realizó un gran quite al tercero, concluido con una cerrada ovación.
La crónica publicada en Diario de Navarra y firmada por Pablo García Mancha es la siguiente: “El Niño de las Monjas y Fabio Jiménez se repartieron una oreja por coleta en una más que interesante novillada de Álvaro y Pablo Lumbreras, en la que destacó la casta del primero y la calidad del tercero, un eral de origen santacolomeño que ofreció un importante ramillete de embestidas por ambos pitones. El novillero valenciano, que se apoda así porque se crió en la Congregación Madre de los Desamparados de San José de la Montaña, ofreció su mejor cara con el astado que abrió plaza, un exigente novillo que lo volteó, pero al que cuajó por el pitón derecho en dos series en las que destacaron varios muletazos largos y profundos.
Le cortó la oreja al segundo de su lote, un eral que derrochó clase y al que planteó una faena muy esforzada en la que intentó con desigual suerte acompasarse a la calidad del burel.
Fabio Jiménez, de Alfaro y que contó con el calor de muchos de sus vecinos, tuvo un lote menos agradecido. El segundo de la tarde fue un novillo suavón e insulso en el que le planteó una faena seria y medida y con el último de la corrida, el astado más serio y peligroso de la ganadería riojana, se la jugó a carta cabal en una labor muy decidida en la que sin el menor aspaviento logró varias series de mérito porque el toro soltaba la cara con peligro. La oreja fue pedida por aclamación por los aficionados, que disfrutaron de un buen espectáculo tanto por la exigencia de los novillos como por la enorme disposición de los dos diestros”.